- ¿Tradición o vanguardia?
- Toda la Historia del Arte puede resumirse con el título de una serie de conciertos de Vivaldi, cuyos cuatro primeros conocemos como "Las cuatro estaciones": Il cimento dell` armonia e dell` invenzione (La lucha entre la armonía y la invención), o, lo que es equivalente: el enfrentamiento entre tradición y vanguardia. Esa lucha y la búsqueda de un nuevo equilibrio -la inserción de la vanguardia en la tradición- es la constante en música, pintura, literatura... y el pensamiento mismo.
- Toda la Historia del Arte puede resumirse con el título de una serie de conciertos de Vivaldi, cuyos cuatro primeros conocemos como "Las cuatro estaciones": Il cimento dell` armonia e dell` invenzione (La lucha entre la armonía y la invención), o, lo que es equivalente: el enfrentamiento entre tradición y vanguardia. Esa lucha y la búsqueda de un nuevo equilibrio -la inserción de la vanguardia en la tradición- es la constante en música, pintura, literatura... y el pensamiento mismo.
Neoclasicismo y romanticismo, neologistas o puristas, academicismo y rupturismo, apolíneo y dionisiaco... son términos que aluden a esa confrontación. Pero lo que importa es la obra maestra, no cómo se ha llegado a ella: y una de las constantes es la fusión armoniosa de cuantos elementos -académicos, rupturistas- la componen: el eclepticismo, la conciliación de los mejores materiales y métodos.
Un buen ejemplo es Rachmaninov: su música debe mucho al pasado, pero cada presente lo resucita tanto como al mejor vanguardista. Y esa es la consigna y el mérito: que una obra de arte diga mucho a cualquier hombre. ¿Y cuántas obras humanas dicen mucho a los hombres de cualquier tiempo?
Bach es el equilibrio; Beethoven, la pasión dominada; Mozart, la excelsa ludopatía.
¿Por qué preferir a Góngora y no a Garcilaso o Petrarca? ¿A Rembrandt y no a El Bosco?; ¿Miguel Ángel o Leonardo? ¿Por qué no "preferir" a los dos, puesto que así es el hombre, conciliciación de contrarios? Y así nace el poema, la pintura, la música, la gran obra de arte: de la conciliación de contrarios convertidos en complementarios: el eclecticismo. "Escuchar los colores, ver la música, / convertirlos en vida con palabras".
Bach es el equilibrio; Beethoven, la pasión dominada; Mozart, la excelsa ludopatía.
¿Por qué preferir a Góngora y no a Garcilaso o Petrarca? ¿A Rembrandt y no a El Bosco?; ¿Miguel Ángel o Leonardo? ¿Por qué no "preferir" a los dos, puesto que así es el hombre, conciliciación de contrarios? Y así nace el poema, la pintura, la música, la gran obra de arte: de la conciliación de contrarios convertidos en complementarios: el eclecticismo. "Escuchar los colores, ver la música, / convertirlos en vida con palabras".
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