Borodin: Nocturno
Un nuevo manuscrito, encontrado por Cide Hamete en Barataria, sitúa a Trovadorius en Persia, latitud 3´1416. Allí se enamoró de la hija del Arzobispo de Constantinopla -dícese en letra golgótica-. A ella destinó estos versuelos que siguen.
Unos consideran que son indicio de un amor libérrimo, concepto del que Trovadorius sería un primerizo defensor; otros juzgan, más sensatamente -como se deriva del cuarto versuelo-, que Trovadorius, simplemente, era tan natural como la Naturaleza. (*)
me esfuerzo para darte amor glorioso.
Esfuérzate, mi bien, devuélvele
a la Naturaleza lo que otorga:
pasión enamorada, calma y vértigo,
locura y lucidez, besos de sangre.
Otros dirán que quieren a su amada
límpida, virgen, casta, sin historia.
Yo, en cambio, te agradezco
que hayas amado tanto a tantos otros
con la furia del mar y de la carne,
pues con ellos, Amada, tú aprendiste
cuanta felicidad me das ahora.
(*) Llegados a este punto, ruego a los lectores (a quienes agradezco su interés y dedicación) que no envíen los textos que en su afanosa búsqueda atribuyen a Trovadorius sin haberlos contrastado antes con la veracidad: estilo, factor común, idiosincrasia, electroshock, carbono 14... Compréndase que no me es posible hacerlo yo con la energía que quisiera. Este poemoide, por ejemplo, no parece trovadoriusque. Adjúntolo aquí por si quizás).