¡Helo, helo por do viene...!
(Ya en librerías)
Un fragmento
LA MUERTE DE LAOCOONTE
DESPUÉS DE QUE ESTE ACONSEJARA A LOS TROYANOS
DESTRUIR EL GIGANTESCO CABALLO DE MADERA,
PREÑADO DE GUERREROS,
QUE LOS GRIEGOS DEJARON ANTE TROYA
DESPUÉS DE QUE ESTE ACONSEJARA A LOS TROYANOS
DESTRUIR EL GIGANTESCO CABALLO DE MADERA,
PREÑADO DE GUERREROS,
QUE LOS GRIEGOS DEJARON ANTE TROYA
»LAOCOONTE, ELEGIDO POR la suerte
para ser sacerdote de Neptuno,
se encontraba ofreciendo en sacrificio
un gran toro a los dioses y, de pronto,
—me estremezco al contarlo—, dos serpientes
inacabables y gemelas, desde
Ténedos se abalanzan sobre el mar
en calma y lo remueven, ondulando
de forma simultánea al acercársenos.
A través de las aguas se abren paso
sus cuellos y sus crestas se encaraman
sangrientas por encima de las olas;
a la vez, lo que resta de sus cuerpos
se enrosca y desenrosca, serpenteando
de atrás hacia delante con enormes
combas que, al azotar el mar, levantan
un restallar de látigos y espumas.
»Al llegar a la tierra, sueltan chispas
sus ojos, empapados ya de sangre,
y se lamen las bocas sibilantes
con las lenguas vibrátiles. Al verlas,
escapamos de allí, palideciendo,
mientras ellas, en línea recta fijas,
van a por Laocoonte, solo que antes
sus anillos cilíndricos envuelven
los dos pequeños cuerpos de sus hijos,
los aprietan ahogándolos y arrancan
a bocados sus miembros. Luego corren
hacia el padre que acude a socorrer
a sus hijos armado de una lanza,
lo inmovilizan dentro de dos vueltas
cada una de sus cuerpos escamosos
alrededor del torso y de las piernas,
otras dos vueltas más prensan su cuello
y, aun así, las cabezas aventajan
a la de Laocoonte. Este pelea
por deshacer los nudos con sus manos,
a la vez que las cintas de la frente
se le empapan de babas y veneno
negro, mientras al cielo lanza gritos
inhumanos: igual que cuando un toro
ruge herido y escapa del altar
saltando y sacudiendo su cerviz
para expulsar el hacha que le ha dado
un tajo desmañado. Finalmente,
las monstruosas serpientes reptan juntas
deslizándose en busca de la acrópolis,
penetran en el templo de Minerva
y a los pies de la cruel diosa se enrollan
debajo de su escudo circular.
ENEIDA, LIBRO II, 201-233
Laocoon, ductus Neptuno sorte sacerdos,
sollemnis taurum ingentem mactabat ad aras.
Ecce autem gemini a Tenedo tranquilla per alta
(horresco referens) immensis orbibus angues
205 incumbunt pelago pariterque ad litora tendunt;
pectora quorum inter fluctus arrecta iubaeque
sanguineae superant undas; pars cetera pontum
pone legit sinuatque immensa uolumine terga.
Fit sonitus spumante salo; iamque arua tenebant,
210 ardentisque oculos suffecti sanguine et igni,
sibila lambebant linguis uibrantibus ora.
Diffugimus uisu exsangues. Illi agmine certo
Laocoonta petunt; et primum parua duorum
corpora natorum serpens amplexus uterque
215 implicat, et miseros morsu depascitur artus;
post ipsum auxilio subeuntem ac tela ferentem
corripiunt spirisque ligant ingentibus; et iam
bis medium amplexi, bis collo squamea circum
terga dati superant capite et ceruicibus altis.
220 Ille simul manibus tendit diuellere nodos
perfusus sanie uittas atroque ueneno,
clamores simul horrendos ad sidera tollit:
quales mugitus, fugit cum saucius aram
taurus, et incertam excussit ceruice securim.
225 At gemini lapsu delubra ad summa dracones
effugiunt saeuaeque petunt Tritonidis arcem,
sub pedibusque deae clipeique sub orbe teguntur.
Tum uero tremefacta nouus per pectora cunctis
insinuat pauor, et scelus expendisse merentem
230 Laocoonta ferunt, sacrum qui cuspide robur
laeserit, et tergo sceleratam intorserit hastam.
Ducendum ad sedes simulacrum orandaque diuae
numina conclamant.
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