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viernes, 28 de febrero de 2014

Así se mata el amor

Groucho en Sopa de ganso

Mal vicio, como todos, es convertir la conversación en disputa; sobre todo cuando el malentendimiento surge sencillamente porque los hablantes -o uno de ellos- dicen lo primero que les pasa por la mente o interrumpen al otro porque lo que tienen que decir les parece más importante que lo que están escuchando y temen olvidar cacarearlo. 
Así, llega un momento en el que se dicen: "pues será mejor que dejemos de hablar". 
Pero no. Porque la solución no es callar, sino hablar bien para ser bien entendido y escuchar bien para no interpretar mal. Eso es conversar. Lo otro es ansiedad, descortesía, falta de educación... contumacia. Además de ignorancia: pues el sabio sabe que casi todo lo ignora, y el necio cree que todo lo sabe -y como tal se comporta-. 
El siguiente poemilla burlesco lo muestra incluso en ese encabalgamiento forzado adredemente:

          Monólogo interrupto

          Estaba Dulce conversando un día
          con Espejo, y hablaba, apasionada,
          de todos y de todo... o sea: de nada:
          porque nada de todo, al fin, decía.

          Miraba Dulce a Espejo y le gruñía
          diciendo que él hablaba demasiada-
          mente, y que ella estaba interesada
          en expresar también lo que sentía.

          Como Espejo no se callaba sino
          que más gritaba, hablaba y farfullaba
          cuando Dulce le instaba a que callase,

          un pedrusco envióle, con tal tino
          que calló el dulce espejo que parlaba
          y ya no dijo ni una sola frase.