Tartini: Adagio
El corazón es un himno
Rodeado de montes y de prados,
respiro la ebriedad de la mañana,
el fulgor de la rosa y el canto de la luz.
El agua entona un himno en la ladera,
y escribe el viento música en las hojas.
Los centenarios árboles parecen
nacer de nuevo, y los jilgueros cantan
como si la tristeza no existiese.
Cada ser me contagia el arrebato
que estalla con el alba,
y, como un manantial, florece en mí
la majestad de la naturaleza.
Saltan las fuentes, los murmullos dicen
su arrobamiento al despertar el sol,
todo es concordia y éxtasis hermoso.
Por tantas armonías asistido,
el corazón conoce el gran sosiego
y la vida se inviste de alegría.
Ya no enaltecerá jamás mi pluma
el cósmico estertor de las estrellas,
sino su jubilosa claridad.
Y aunque el dolor existe y hiere el mundo,
la voluntad se eleva y nada puede
vencer el resplandor de la existencia.
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