La ley universal
Cuando la dulce Vida
-ocupada en soñar-
recibió la visita de la Muerte,
se apresuró a coger besos y joyas,
todo cuanto la había hecho feliz,
y corrió hacia la casa de su Amado
en medio de la noche, guiada por su luz.
Abre la puerta y ábreme tus brazos,
Amado, que la Muerte nada puede
contra el Amor; nos salvaremos juntos
y nos adentraremos en la eternidad.
Amado descendió las escaleras
armado con las armas de quien ama,
y se fue abriendo paso entre las sombras
por estancias, pasillos y asechanzas,
hasta llegar, luchando,
ante el umbral luciente
del Laberinto en el que
transcurre la existencia.
Cruzó el secreto y desaparecieron.
No hay comentarios:
Publicar un comentario