Holst: Saturno, el portador de la vejez
Cuando caiga la noche sobre ti
-incluso si los astros te aplastasen-,
no sientas que ha acabado tu existencia:
acepta tu derrota
como si hubieras muerto hace ya mucho.
Aprende que el temor
a vivir y morir
es la única muerte verdadera.
Tan solo así podrás abrir los ojos
y mirar tu cadáver, y ayudarle
a andar de nuevo, ahora con tu luz,
sabiendo que el dolor es solamente
-lo mismo que el placer-
una limpia enseñanza de la vida.
como si hubieras muerto hace ya mucho.
Aprende que el temor
a vivir y morir
es la única muerte verdadera.
Tan solo así podrás abrir los ojos
y mirar tu cadáver, y ayudarle
a andar de nuevo, ahora con tu luz,
sabiendo que el dolor es solamente
-lo mismo que el placer-
una limpia enseñanza de la vida.
No temas a los dioses y sé tu propio dios:
un hombre que intentó ser más que un hombre.
Ni el destino, ni el oro,
ni el sitial encumbrado
-y menos la soberbia
o el milagro-, serán tu panacea
o tu condenación.
Confía en tu templanza,
tu voluntad y tu sabiduría. Solo
la paz del corazón te dará paz.
Ni el destino, ni el oro,
ni el sitial encumbrado
-y menos la soberbia
o el milagro-, serán tu panacea
o tu condenación.
Confía en tu templanza,
tu voluntad y tu sabiduría. Solo
la paz del corazón te dará paz.
Si sientes que tu vida ya no añade
nada a la de los otros,
ampara a quienes sueñan como tú.
Acepta que es mejor una utopía,
aunque nunca la alcancen
Acepta que es mejor una utopía,
aunque nunca la alcancen
aquellos que la crean y persiguen:
porque ellos son los héroes de este mundo
porque ellos son los héroes de este mundo
-como lo fuiste tú-.
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