Holts: Marte, la guerra
Resulta espeluznante ver millones de kilos de carne humana desollada y hacinada en un amasijo de hierros retorcidos y miembros desvencijados, arrancados de cuajo por los conquistadores de la muerte.
Tampoco son pocos los heridos resultantes. No ha estallado una bomba nuclear. Pero sus efectos son de similares proporciones. Porque tanto los ciudadanos que se restablezcan como los que convivan con los restablecidos, los que estaban próximos a los lugares de los estallidos, quienes han visto fotografías en diarios y televisiones, cuantos han estado en alguno de los lugares próximos horas antes, y tantos otros, han insertado en su cerebro, en mayor o menor medida, otro tipo de bomba: la del temor. El miedo se expande y crece en la inconsciencia individual y colectiva, y muchos no olvidarán jamás rostros quemados, cuerpos desmadejados, la salpicadura de la sangre del cadáver de al lado, amigos recién abrazados, el timbre del teléfono anunciando la pérdida del padre, del hijo, de la esposa, del novio, el horror de la muerte inexplicable como un aerolito enviado por Satán. Ese terror sin nombre y autodestructivo actúa como si de una radioactividad sicológica se tratase; y genera incontables secuelas a lo largo del tiempo, bombas retardadas que solo la voluntad puede desactivar.
El terror, el caos, la desorientación: esas son las armas de los muy hijos de Putin.
Holst, no Holts
ResponderEliminarGustav Holst: The Planets, Op. 32: I. Mars, the Bringer of War
ResponderEliminarNew York Philharmonic Orchestra, Leonard Bernstein
https://www.youtube.com/watch?v=qSK66o-fy9M&ab_channel