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viernes, 3 de julio de 2020

Improvisación y obsequio

Mansell: Requien por un sueño

Son tantos -y tan desconocidos la mayoría- los que me han enviado felicitaciones, que debo, al menos, agradecerlo en conjunto ya que sería excesiva tarea individualizar tal agradecimiento.
Así que, Gracias. 
Y una aclaración:
Hace tiempo que me alejé del mundanal ruido y sus flores y exequias. Lo cual, según ese mismo mundo, me convierte en un INCUMPLIDOR de las estrategias sociales. Por tanto, salvo en causas de honor, ya no cumplo ni un solo día más -a menos que, como buen incumplidor, tampoco cumpla esta decisión-.
Saludos.
Y aquí os improviso algo que, tal vez, hará comprender a quien lo leyere:

El cataclismo

Nací un día en que el mar aún era el cielo
y los pájaros ángeles de nieve;
la lluvia descendía por mi piel
como sueños de vidrio en un cristal.
Todo era vida alrededor de mí
y la alegría repartía risas
desde el amanecer hasta el ocaso.
La niñez era un claro paraíso
donde el vergel del tiempo florecía
como si todo fuera a ser eterno;
no existían las lágrimas y el mundo
era y sería un juego nuestro, mío,
el de todos aquellos que soñaban.
De pronto vino un águila soberbia
llamada dios, o realidad, que nadie 
conocía, nacida de la mente;
y todos le pusieron como rostro
su propia imagen; y fue entonces cuando
tantos dioses lucharon entre sí
que solo quedó el hombre, malherido.



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