Don Mendo
Cervantes acababa de despertarse de una siesta durante la cual soñó con unos molinos que se le venían encima, y andaba preguntándose cómo incorporar la pesadilla a su próximo capítulo.
Sonó el inmóvil y lo cogiólo; y érasele el Chéspir:
- "Oye, que lo del ser o no ser que me aconsejaste no encaja bien ni en Romeo ni en Julieta".
Cervantes le contestóle que en inglés isabelino encajaba todo, y que se buscase una tragedia trágica y ya vería como sí.
- "¿Y lo de la Dulcinea cómo lo llevas? ¿Va a salir por fin en algún capitulillo o estará siempre de cuerpo ausente? Dímelo (le díjole telefonariamente) porque si no la trifulco yo en alguna escena escalofriante".
- "Tú plágiate a ti mismo que tralarí que te vi y etcétera".
En esto que llegó el Rajoy a defender su tesis doctoral ante los catetos de la hipotenusa congresística; y balbuceó homéricamente:
- "Aunque no estoy ausente, me gusto cuando callo"...
Por fortuna, aquí se acaba el manuscrito encontrado en Zaragoza.