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domingo, 27 de agosto de 2017

El abrazo escondido





- Yo te recomiendo, porque he cometido los mismos errores, que seas fiel a tu compromiso.
- Es que no puedo evitarlo. Veo un cuerpo alegre y una mirada mágica y mi voluntad se esfuma.
- Después de muchos cuerpos y muchas miradas te quedarás sin nadie que te mire y con solo el espejo hablando de tu soledad.
- Tienes razón; pero ese impulso es más fuerte que yo. No es solo lujuria: también es fascinación, descubrimiento de otro paraíso.
- Insisto: si no puedes ser fiel intenta hacer comprender que no puedes ofrecer exclusividad.
- No lo admitiría, y estaré confesando mi engaño antes de cometerlo.  O, en todo caso, me pedirá hacer lo mismo...
- Y eso ya no te parece tan bien... 
- Reconozco que no ... que prefiero... que, en fin...
- Ya... Entonces, aunque al final siempre nos descubren, debes llevar mucho cuidado. Si no te da tiempo a lavar las sábanas, compra otras idénticas para sustituirlas. Y procura que todos esos cuerpos tengan el cabello similar: que sean todos rubios o todos morenos, y con un corte de pelo semejante. Un solo cabello de distinta longitud puede delatarte. Coloca siempre sobre la mesa 5 ó 6 copas para que, en cualquier caso, puedas decir que has recibido a un grupo, no a una sola persona...
- Pero y la culpa, ¿cómo la escondo? 
- Imposible esconderla... Por eso ten en cuenta lo más importante: no confieses nunca tu infidelidad: descansará tu conciencia, pero perderás definitivamente a quien engañas. Puede perdonarse la causa de la sospecha; la humillación del hecho, jamás.