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jueves, 12 de agosto de 2021

El tilo






He salido a la vida, a caminar
por los altos senderos de la luz.
El viento me golpea y se me cierran 
los ojos. A la vera del camino
yace el árbol: en él grabé mi nombre
y tu nombre, y el nombre de la vida,
que no es sino el del fuego; y escribí
un canto a la existencia, como ahora
quiero escribirlo. El viento me golpea
y no me deja ver, pero vislumbro
tras el tilo, embriagada con su sombra, 
a la muerte asomando su esqueleto
vestido con tu carne; y tu fantasma,
o el de la muerte, muesca su murmullo:
“en mí hallarás la paz”. Yo sigo absorto,
monólogo hacia adentro, ensimismado
entre himnos y elegías. Avizoro
el sol, su rutilante simetría
alumbrando la noche de mi noche.
La reciedumbre de la luz me lleva
a un infinito en el que aguarda un éxtasis.
Pero el viento, de pronto, es un mastín
azuzando mis pasos hacia el árbol, 
y me susurra: “ven,
en mí hallarás la paz".