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viernes, 4 de septiembre de 2015

Todas las artes son libros (La conquista del saber, 9)



                                 IX

Pues, ¿y esos otros libros que son cuadros,
músicas, esculturas, monumentos?
¿Qué son sus armoniosas geometrías
sino un puñado de materia humana
desgajada del tiempo, levitante
en la conciencia frágil de los siglos,
esperando encarnarse en nuestra mente?
¿Quién no descubre un universo heroico
al iniciarse el si bemol mayor
que fluye por el Rhin como un presagio
de la Tetralogía wagneriana?
¿Quién no hallará los místicos acordes
del firmamento oyendo La Novena
del sordo que escuchó la inmensidad?
¿Cómo no conocer el propio infierno
al mirar El jardín de las delicias?
¿Y el gran libro de la Naturaleza,
donde estalla la luz de lirio y rosa
desde el amanecer hasta el ocaso,
según desamanece hacia el crepúsculo?
Aquellos que condenan cualquier arte
por ser un lujo o por su irrealidad,
digan si el estallido de Hiroshima
ha despertado más conciencias que
La libertad guiando al pueblo, o bien
Los comedores de patatas, o
el solidario Himno a la alegría.
Cuántos hombres han compendiado el mundo
en su verbo, su música o pintura.
Ellos son nuestro mágico equipaje.