Doña Inés se despierta del hechizo
Dices que has conquistado a cien mujeres
y que me quieres más que a todas ellas.
Te jactas de gozar de cien victorias
olvidando que implican cien derrotas
de cuantas te lloraron al marcharte.
Me susurras tu hazaña como un mérito
definitivo para conquistarme.
Pero dime: ¿de qué te enorgulleces?
¿No será que buscaste otros amores
porque no conseguiste retener
ninguno de los muchos que presumes?
¿Burlabas damas o eras tú el burlado?
¿Decepcionaste o te decepcionaron?
¿Dejaste alguna lágrima en sus ojos
o quizá fuiste tú quien las lloró?
¿No estarás pregonando tus fracasos?
En fin: después de tantos amoríos
me susurras tu hazaña como un mérito
definitivo para conquistarme.
¿Y de verdad esperas que te ame?
¿Cómo aspiras a enamorarme si
solo inconstancia y necedad me ofreces?
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