Vangelis: Carros de fuego
No es cierta la afirmación de que lo importante es participar. Lo que importa es participar para ganar.
Si lo importante es participar la consecuencia es que se crean conformistas; si lo admirable es ganar significa que quien lo intenta se supera, mejora el mundo.
Será terapéutico no crear perdedores; pero lo es más enseñar que perder no es una deshonra puesto que nadie puede quitarnos el orgullo del esfuerzo. El premio es un honor para quien gana, no una humillación para quienes han intentado ganar. Que somos competidores, no enemigos. Pensemos en Sísifo y Don Quijote: siempre perdiendo y siempre volviendo a intentar vencer. Porque el único perdedor es el que no participa.
El conformismo es la peor droga porque atrofia la mente y la educa en el sinesfuerzo en medio de un mundo en el que, darwinianamente y socialmente hablando, solo sobrevive el más fuerte.
Ahí está esa mansa jauría de telespectadores y videojuerguistas para demostrarlo: nunca la política ha sido tan perversa y sabiamente estratega como al potenciar programas de ordenador y espacios televisionarios destinados a forjar electroencefalogramas planos.