No sé por qué, llegados a una edad, tememos cumplir años. Toda una vida esperando el gran amor y, al final, temer encontrarlo de repente. Cuantos más años cumplimos más cerca estamos de conocer a la Dama definitiva y amante que nunca nos defraudará ni nos abandonará. Nos amará tanto que se fundirá con nuestro cuerpo y no permitirá que suframos ningún dolor: jamás ya nos herirá el pasado ni nos preocupará el futuro porque saciará nuestro presente.
¿Qué otra felicidad puede esperarse?
¿Qué otra felicidad puede esperarse?