Borodin: Cuarteto nº 2. Andante
José Luis Vidal Carreras
Renacimiento
Una pluma suave escribe sobre lo ojos de quien lee los diminutos versos de un alma incinerada en la quietud, con palabras tan delgadas "como las huellas de las gaviotas en las playas".
La mirada sobre el mundo es la de quien no conoce, o ha vencido, la maldad que hiere la existencia: un adanismo antes del flamigerio. Parece como si el autor fuese ajeno a la historia de la poesía o se expresase al margen de ella: ni la retórica del verbo, ni la clasicidad, ni la modernidad; ni imaginería comparativa o metafórica, ni epíteto, ni cómputo silábico (salvo en escasas ocasiones, en los penúltimos títulos): solo unas pocas palabras dispuestas a decir el meollo sentido, en poemas, por breves, dos veces raudos: en su dicción y su contenido. Poesía del sustantivo, desnudo como el alma. Poesía del asombro y el despojamiento: de la palabra descubriendo aquello que señala (impresión esta que parece constatar el autor cuando escribe Te sobrecoge lo más obvio, p. 133). Poesía del contemplativismo tamizado por la poda de cualquier estridencia.
La poesía es un péndulo íntimo que oscila entre dos semas nucleares: la oda y la elegía. Hacia ninguno de esos extremos camina esta escritura: no se deja avasallar por las inclemencias del vivir, y tampoco cae en la tentación del gratuito y espontáneo himno jubiloso. El sentimiento, o la emoción, se ha independizado de la anécdota para dejar lo único que importa y es válido para cualquier humano, sean cuales fueren sus anecdotarios. Sin embargo, no hay asepsia en estas páginas: hay una voz ascética que dicta las confidencias íntimas: una pulcra, sostenida y contenida condición mortal impregna su retrato del hombre, "sin romperlo ni mancharlo". Y hay el dolor propio y ajeno sin aspavientos: me gustaría hallar palabras / llenas de compasión / y amor a lo que no tiene remedio (p. 73).
De los siete libros publicados por J. L. Vidal a lo largo de 20 años, Antonio Moreno ha seleccionado un centenar de poemillas de raigambre minimalista que muestran que la estatura poética nada tiene que ver con la extensión poemática.
La poesía es un péndulo íntimo que oscila entre dos semas nucleares: la oda y la elegía. Hacia ninguno de esos extremos camina esta escritura: no se deja avasallar por las inclemencias del vivir, y tampoco cae en la tentación del gratuito y espontáneo himno jubiloso. El sentimiento, o la emoción, se ha independizado de la anécdota para dejar lo único que importa y es válido para cualquier humano, sean cuales fueren sus anecdotarios. Sin embargo, no hay asepsia en estas páginas: hay una voz ascética que dicta las confidencias íntimas: una pulcra, sostenida y contenida condición mortal impregna su retrato del hombre, "sin romperlo ni mancharlo". Y hay el dolor propio y ajeno sin aspavientos: me gustaría hallar palabras / llenas de compasión / y amor a lo que no tiene remedio (p. 73).
De los siete libros publicados por J. L. Vidal a lo largo de 20 años, Antonio Moreno ha seleccionado un centenar de poemillas de raigambre minimalista que muestran que la estatura poética nada tiene que ver con la extensión poemática.