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martes, 5 de septiembre de 2017

"Juventud, divino tesoro...".


Se esforzaba un pintor por crear una obra digna para ser recordado: y no se daba cuenta de que pronto viviremos en una civilización de inculturas; en ella no se apreciará el libro, ni la música, ni la pintura, sino que se habrán olvidado o despreciado. Ya lo predice la "policía del pensamiento" en Farenheit 451 y 1984 (Bradbury, Orwell).
     Lloraba un escritor porque se decía: "¿Publicar... habiendo tanto genio inédito a pesar de las muchas ediciones de sus obras? ¿O es que las mayorías conocen la escritura de los clásicos? ¿O de los modernos que sensatamente huyen de escribir para el gran público?". 
     Algo semejante le ocurría a un pianista, quien -después de que los políticos quemasen cuantas partituras encontraban- solo podía escuchar mafiosas bagatelas o componer algún cualqueotro Concierto para ruido y orejas
     - "En fin: esa es la previsión del futuro al que nos empuja este progreso golgótico" -dijeron Dante, Leonardo y Monteverdi.