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lunes, 31 de mayo de 2021

Poemas en Akra Leuka (XXXIV) Carlos Fenoll



Una ingente cantidad de internautas se empeña hoy en "ser poeta" y acosar con libros e internautismos al lector y al esclavo del ordenador. Poemas -texticulillos así apellidados- adornan o martirizan la pantalla.


    Carlos Fenoll huyó, sin embargo, de la escritura, precisamente porque tuvo la humildad de reconocerse insuficientemente dotado para la noble poesía. Algunos poemas escribió, no obstante -solicitado por sus amigos tertulianos, cotahoneros y cohernandianos en su sacralización de Hernández-. 


    El titulado "Cristo yacente", escrito como creyente y no como simple versificador -evitando versografiar-, huye de la retórica y se pliega en la dicción llana de una descripción y una súplica; próximo es este poema, en la estrofa y la contemplación, a los místicos renacentistas, si bien el último verso tiene raíces hernandianas y rompe la estructura de cuatro de las precedentes. El símil del comienzo ("como un haz de silencio") y unas pocas metáforas ("solitaria estrella", "avarienta lumbre", "garra cruel") confiesan su devoción. (Obsérvese el verso 13: el deseo de incluir algún endecasílabo en cada estrofa ha reduplicado la expresión "y esa mano"; ello hace que las 11 sílabas no construyan un endecasílabo sino un simple oncesílabo arrítmico; sin embargo, suprimiendo la segunda "y esa mano", queda una estrofa de cuatro heptasílabos, tan buena o mala como las anteriores). El autor insistió diez años después, en el poema "Reflorecer", en su plegaria al Cristo.

Cristo yacente


 

Como un haz de silencio solo y puro

yace el cuerpo divino del Amado.

Tiene el peso seguro

de la muerte; el gran peso aplomado.


Es un cuerpo lavado

donde no está la sangre ni su huella.

Es una limpia y solitaria estrella

la herida del costado.


Esa avarienta lumbre,

esa garra cruel que es el dolor,

no le pudo arrancar su dulcedumbre.

Su rostro es una flor...


¡Y esa mano,  y  esa mano que, muerta,

mas no del todo fría,

levemente entreabierta

bendice todavía!


¡Oh hermosura del arte que impresiona

al alma y la conmueve!

Tu imagen, ¡oh Señor!, no me abandona.

¡Permite que la lleve

hasta ser polvo y nada mi persona!


INTRODUCCIÓN - Poemas en Akra Leuka

Poemas en Akra Leuka (I) M. Carmen Ramírez 

Poemas en Akra Leuka (II) Esther Abellán

Poemas en Akra Leuka (III) - Vicente Valls

Poemas en Akra Leuka (IV). Carlos Sahagún

Poemas en Akra Leuka (V) - Manuel Molina

Poemas en Akra Leuka (VI) - Luis T. Bonmatí

Poemas en Akra Leuka (VII) - Angélica Sevilla

Poemas en Akra Leuka (VIII) - Miguel Ruiz Martínez

Poemas en Akra Leuka (IX) José Luis Zerón

Poemas en Akra Leuka (X) - Tina Pastor

Poemas en Akra Leuka (XI) - José María de Mena

Poemas en Akra Leuka (XII) Mariano Sánchez Soler

Poemas en Akra Leuka (XIII) - Consuelo Jiménez de Cisneros

Poemas en Akra Leuka (XIV) - Carmelo S. García

Poemas en Akra Leuka (XV) - Diane Boucher

Poemas en Akra Leuka (XVI) - Miguel Ruiz Martínez (1957 - 2009) 

Poemas en Akra Leuka (XVI) - Helena Vilella Bas

Poemas en Akra Leuka (XVII) - Pedro Ramírez

Poemas en Akra Leuka (XVIII) - Francisco Mas-Magro y Magro

Poemas en Akra Leuka (XIX) - Clemencia Miró

Poemas en Akra Leuka (XX) - Josemanuel Ferrández Verdú

Poemas en Akra Leuka (XXI) - Pilar Duet André

Poemas en Akra Leuka (XXII) - Ángel Luis Prieto de Paula

Poemas en Akra Leuka (XXIII) - Diego Torres

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