UNA MANO COGE UN LIBRO
Monótono
sonaba el reloj -tic
tac,
tic tac-, artefacto establecido
hace
tanto en la vieja estantería.
Con
los lomos en contra de los tiempos
una
fila de libros avalaba
el
trabajo infalible del cronómetro.
Vueltas
y vueltas dieron las agujas
que
ensartan, acordadas, el destino
entre
el polvo incoloro de la nada.
Hasta
que aquella mano decidió
coger
el libro aquel, interrumpiendo
un
romance tan frío con el muro.
BARBEYTO