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martes, 30 de junio de 2015

Oda para un cadáver



Oda para un cadáver


Este cuerpo que ha dado tanto amor
y tanto ha recibido, ya divisa
su ocaso en el azul del horizonte
y en la errante mirada de los astros.

Donde hubo potestad, queda ambición;
y donde exuberancia, decadencia.
En sus miembros aún brilla
el fulgor de la carne,
y estremecen su entraña los asedios
del tacto y el sabor, la risa fresca.

Se derraman las bocas como oscuras nostalgias
alrededor del músculo callado,
y la herrumbre se esparce lentamente
por la marchita realidad del sueño.

Quisiera ennoblecerse, derribar
la voluntad del tiempo,
mirar solo la efigie de una vida
liviana y venturosa.

Pero llueve el invierno sus metales
sobre su corazón, que anhela y vive
más memoria que olvido, indiferencia
y no ebriedad sin nombre.

Siente que llega la devastación
ajena de la edad; y no le bastan
la fábula que aún sueña entre sus huesos
ni los placeres de la inteligencia.

Orff / Brueghel el Viejo: El triunfo de la muerte