Cambian los tiempos, cambian los lugares; pero en el hombre permanece siempre el afán de saber, de conocer; no hay prisión para encerrar sus ansias.
No ha de morir jamás, por tanto, el libro, cauce de todas las sabidurías y huella dactilar del ser humano.
Ya lo decía Nietzsche: “la lectura ayuda a rescatar de la barbarie” y a convertirse en hombre del futuro. Y Steiner escribió: “Sueño a veces con casas de lecturas donde los deseosos de aprender encuentren el sosiego necesario” y la complicidad de buenos libros.
Quien tenga duda observe aquel genial y gestual “... lo sabía... Ah!” del monje Sean Connery al descubrir la oculta biblioteca en la umbertiana El nombre de la rosa:
Descubrimiento de la Biblioteca