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viernes, 5 de junio de 2015

La construcción del cielo

Scriabin: Poema del éxtasis

El pitecántropus convertido en homo sapiens que salió de África en busca de otros espacios pobló otros horizontes, creció en inteligencia, aprendió de su memoria y cultivó su experiencia. Formó grupos, tribus, clanes, naciones en su viaje hasta un hoy fugitivo hacia el futuro. Dedujo que debía regirse por normas que distribuyesen lo bueno y desterraran lo malo.
     No todos se atenían a las leyes establecidas para la convivencia, puesto que el único significado que se le concedía a la libertad era el de sobrevivir a toda costa. El mundo se convirtió cada vez más en un solemne caos.
    Un día, un hombre pensativo observó que ningún pensamiento era capaz de detener el aluvión de sentimientos que emergían del corazón de los hombres apuntando hacia la felicidad en este mundo; entonces se consoló imaginando que existía otro espacio escondido en un allá indefinible, postrero al de esta vida. Ese lugar era paradisíaco y en él la perfección y la dicha estaban regidas por un ser superior garante de la íntima alegría.
     La fuerza de esa imagen ilusiva ganó enseguida adeptos; y otros hombres siguieron construyendo la efigie del edén superior: la utopía factible.
     Y en la mente del Hombre y de los hombres nació un Dios.
     Fue entonces cuando los políticos de la mente promulgaron Religiones, Iglesias, moribilias.