Cada
3 segundos muere un niño.
Es
decir:
Mientras
se celebran pactos políticos para defender el "estado
de bienestar", mueren de hambre millones de niños.
Mientras
miles de artistas del balón cobran eurísimos millones millonarios
por correr hacia un confort desorbitado, maximillones
de niños corren hambrientamente hacia la muerte.
Durante
el transcurso de cada partido futbolero mueren 2.000 niños.
Mientras
arden millones de dineros en las "hogueras", "moros",
"semanasantas" y demás festejos muchedúmbricos, mueren multimillones de
niños...
Cada
tres palabras que yo escribo y usted lee muere un niño...
Mientras
nos esforzamos vanamente en creer que nada podemos remediar para justificar que nada hacemos para remediarlo, siguen
muriendo niños... 1, 10, 100, 1.000, 1.000.000 ...
Esqueletos
hambrientos de infantiles cadáveres devoran un progreso cotidiano
que convierte la vida en un cementerio inextinguible.
Nos
repelen las imágenes de los campos nazis, cuyo horror ya no podemos
evitar; en cambio, hacinamos mentalmente el otro horror del cada día
en el otro Auschwitz que llamamos tercer mundo y cuyo "estado de
malestar" sí podemos paliar, evitar, eliminar.
Si
no existiera el olvido como mecanismo de supervivencia no podríamos sobrevivir. Pero cuánta
impunidad en la memoria de quienes solo recuerdan que es mejor
olvidar las vidas ajenas para poder vivir la propia.