Tras seis años de silencio literario, Antonio Gracia regresaba a la poesía con una antología titulada “Fragmentos de identidad” (Aguaclara, 1993). Este volumen, encabezado por un excelente estudio del crítico Ángel L. Prieto de Paula, reunía una selección amplia de los tres libros más representativos de Gracia, más un conjunto de poemas inéditos titulado “Iconografía del infierno” y un metapoema en prosa: “Poética para una poesía sin poetas”. Este libro vino a recoger y a ordenar una obra dispersa y mal distribuida que mostraba a un autor compacto, que nada tenía que ver con lo que se estaba escribiendo durante aquellas décadas en el panorama poético español. Marcó, sin duda alguna, el hito de inflexión definitiva en la trayectoria pública del autor.
Durante algunos años Antonio Gracia sigue sin dedicarse a la creación lírica, aunque escribe artículos periodísticos y ensayos. Tras la aparición de un pliego dedicado a su poesía en la serie “Alimentando lluvias” (Diputación de Alicante, 1997), rompe al fin su silencio creativo con Hacia la luz -1998-, al que seguirá Libro de los anhelos -1999-, ambos publicados por la editorial Aguaclara.
Gracia continúa aumentando su bibliografía con nuevos títulos: Memorial, una breve antología que contiene en su mayoría poemas de sus dos últimos libros (“Verso y prosa”, Biblioteca Pública de Orihuela, Generalitat Valenciana, edición de César Moreno, año 2000) y Reconstrucción de un diario (Pre-textos / IAC Juan Gil-Albert, Valencia 2002). Estos títulos evidencian un cambio profundo en la poética de Gracia: la esperanza se impone a la muerte y la voz del autor se hace más reflexiva y solidaria. Sin ser capaz todavía de abandonar el pesimismo en algunos poemas, logra imponer en su última obra el sentido festivo y el goce de la vida, esforzándose en mirar la luz y no la sombra. El poeta rectifica el sombrío leitmotiv de su etapa anterior (Escribir es la prueba definitiva de que vivir no basta) por otro más vitalista: pero la vida es más que la palabra.
En los tres títulos mencionados no encontramos la provocadora desolación y ferocidad de los contenidos y propuestas existenciales de libros anteriores, ni la destrucción del lenguaje convencional para reemplazarlo por otro argótico. El tono delirante y abrupto cede ante la ternura, la nitidez y el cálido tacto de la palabra. Quien años atrás pregonara el fracaso humano y concibiera la existencia como una condena, propone ahora el Carpe Diem. Lo que era hermetismo solipsista e insolidario hoy es vigor comunicativo. El poeta halla la paz de su dolor no en el clásico camino hacia atrás, sino en la extensión de sí al universo, porque sus últimos poemas nombran la naturaleza del universo. Conviene aclarar, sin embargo, que Hacia la luz y Libro de los anhelos podrían haber formado un único volumen y creo que por cuestiones de extensión el autor decidió publicarlos separadamente.
Reconstrucción de un diario es un libro diferente, aun presentando muchas similitudes con los dos libros anteriores, no tanto por los goticismos ni por la narratividad, que también se manifiestan ocasionalmente en el resto de la obra de Gracia, sino por lo arriesgado de la estructuración. Se trata de una sucesión de estampas acerca de la historia de un caballero contemplativo y estudioso que se ve acosado un día por el amor y la esperanza, que acaban sucumbiendo con la muerte de la amada, plasmando su quebranto en un diario contenido fragmentariamente en este libro. El tono narrativo cede en ocasiones a reflexiones líricas del sujeto que lee el manuscrito original del caballero, quien va siendo poseído por él de tal manera que se lo apropia y lo reconstruye.
José Luis Zerón Huguet
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