Rimsky-Korsakov: Sherezade (El príncipe y la princesa)
Todos hemos acariciado ese lugar común del corazón que es el
enamoramiento: su azúcar y ambrosía, tal vez su sal y su amargura; pero siendo
el amor una emoción, un sentimiento, jamás un pensamiento, no hay dos seres que
lo sientan igual, que lo "piensen" idéntico. Si todos lo sentimos, ninguno lo
sabemos definir. Porque el corazón no es un tratadista, no es racional, sino
animal experto en atavismos y en desconocer lo que conoce: tiene (Pascal) razones que la razón no
tiene. Actúa a pesar del cerebro (pero desde su química); y este jamás ha
conseguido ganarle la partida a aquel.
De poco sirve, pues,
recurrir a expresiones y tópicos que grandes pensadores han maquinado,
elaborado, logicizado sobre el amor si este no tiene lógica racional
convencional. Todos podemos identificarnos con sus definiciones, saber que
somos parte de ellas, que tal y cual filósofo lo pensaron así y de otra manera.
Pero fueron y son los amadores quienes lo han sentido con vigor y con carne y
sin palabras, aunque luego escribieran su gozo y su dolor. Los sentidores son
quienes lo reconocen aunque los pensadores sean sus elucubradores.
3.- Pasión, rúbrica púrpura.-
Dígaseme, dígasenos, que Melibea la hermosa
no puede vivir, y se suicida, cuando Calixto muere, y sentiré que Melibea
sintió lo que yo siento: torbellino y vorágine, volcán y desazón total. Que
Julieta e Isolda y que Isabel hacen lo propio al faltarles Romeo, Tristán,
Diego Marsilla, y entenderé lo que no entiendo porque ellos amaron más que yo o
de otra manera. Háblesele a mi corazón, no a mi cabeza, y sabré qué se dice, no
qué se quiere decir. No se me mienta con razones, puesto que el corazón huye de
la razón y solo sabe de motivos, de causas y no de consecuencias, de tacto, y
de miradas, y de aullidos, de mordiscos y olores, de fuegos exultantes, y nunca
de palabras marmóreas, sean diáfanas o frías. Sepa yo -recuérdelo el lector- de
Leandro, de Venus en la cama de Vulcano, de Lanzarote y de Ginebra, de Werther
y su amada, de Dante y de Petrarca y de Laura y Beatriz... : y en esos ecos de otras vidas
encontraré mi voz y entroncaré mi vida. Su pasión, sus efectos, la enormidad de
su aventura o desventura reflejarán la realidad, no la teoría. Encuentros y fugitividades,
amor y desamor al retórico modo los prosapia en libélulos versos el licenciado
en prosaísmos y ripios Campoamor,
reflejos acaso, sus sapiencias, de su momia amorosa:
Viene amor y a dos en uno
funde Dios;
sopla el desamor helado
y
vuelve a hacer,
importuno, / uno en dos.
¿Dónde está la carne de esos
versos filosófagos y dónde se ha escamoteado la sangre que los hizo escribir?
Solo mojama y vetustez, ni emoción ni erotismo, ni la lujuria abierta en canal
para que las entrañas hablen. Así no se ama nunca; así solo hay lechuzas en el
lecho de la vida.
Leer