Albinoni: Adagio
El bálsamo y la furia
Has llegado y has visto mi tristeza
rondándome los ojos, cuando,
como a veces ocurre,
ni siquiera consigo dominarla
mirando el mar. Tus ojos
han caído sobre los míos y
te has abrazado a mí; luego tus ropas
han volado: y de repente siento
junto a mi pecho el tuyo transparente:
y entro en el agua del olvido y veo
disiparse mi niebla,
y veo
el tiempo y el espacio trascenderse:
veo cuevas, bisontes, altamiras,
pirámides, iglesias, rascacielos,
sortilegios y enigmas:
veo transfigurase mi congoja
en la indefinición de un elixir
constelado y balsámico:
porque me llevas lejos
de mí, a la estancia errante
que hay en tu corazón,
en ese cuásar
que desenvainas cuando
luchas con mi melancolía
y rescatas la dicha
que alguien me roba, a veces,
imponiendo su látigo.
Leer otros