Strauss: Don Juan (Fragmento)
Una de las causas del donjuanismo es probablemente la necesidad de llenar el hueco afectivo heredado de la infancia y adolescencia: el traumatizado siente que nadie lo ama y nadie lo va a amar porque “no se lo merece”; así que, venciendo su amargura se lanza a una carrera de amoríos que oculten su carencia de amor: enamora y no ama porque así se demuestra que puede ser amado y nunca abandonado, con lo cual exorciza su pánico a la indefensión ante la soledad erótica.
Compulsivamente, una tras otra, la mujer -o el hombre, en el caso de las doñajuanas- es un reto que debe vencer y cuya victoria en realidad no goza porque, al no permitirse amar, al prohibirse la entrega, la donación de sí mismo a quien empieza a amarlo, busca otro desafío en una carrera interminable de victorias que son, en el fondo, la demostración de su derrota afectiva. Habiendo asumido que nadie podrá amarlo, se prohíbe amar y ser amado cercenando el amor en el inicio del enamoramiento.
(En otra dimensión, pero en igual sentido: los últimos planos de “Ciudadano Kane” muestran el almacén abarrotado de objetos con los que, a lo largo de su vida, Kane ha intentado sustituir la ausencia del “Rosebud”. Pues así, en el donjuán: la acumulación de mujeres solo es un disfraz para ocultar la falta de lo que estas debieran significar: amor.