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jueves, 23 de julio de 2015

Palabras arrancadas al silencio

Ensayando para el Nobel

1.- Hojeo las antologías que se editan como definitivas: esas que recogen los mejores poemas de la Historia ... De sus cientos de páginas, un tercio se dedica a poetas de los últimos 100 años, y los otros ocho o nueve siglos ocupan los restantes dos tercios. 

2.- Y me pregunto: ¿Seguro que el hombre de los últimos tiempos es más emocional, inteligente, sensato, lírico ... ? Porque de una parte se puede concluir, aun con reservas, el todo. Y para escribir un texto perdurable se necesita una inteligencia abarcadora de la sensibilidad, la estrategia verbal, el ritmo arquitectónico, la mesura expresiva... y demás elementos que capacitan para percibir y decir lo que importa en verdad al hombre diacrónico.

3.- ¿Va el recolector de poemas -como el selector de grandes efemérides- desechando parte de lo que pareció indesechable hace quinientos años y hoy nos resulta prescindible? ¿Por qué no aplica ese mismo criterio a las últimas décadas y prevé que lo que hoy es exitoso y popular será mañana olvidable y olvidado? ¿Por qué ensalzar como ejemplares tantos nombres o títulos que no encumbran la sensibilidad ni la inteligencia sino el sentimentaloidismo y la estupidización?

4.- "¿Cómo no vas a incluir a este y a estotro en un panorama nacional?", me dícenme aquellos poemólogos a quienes pregunto el porqué de su antologación.

5.- Claro: se rigen por el criterio de mostrar lo que hay en vez de ofrecer lo que debiera haber, adivinable si se escruta bien el modo en que el tiempo va filtrando el ayer para sus próximos presente y devenir.

6.- También es verdad que hoy hay más muchedumbre escribiendo que escritores leyendo: y lo que se lee es la obra de los encumbrados por los prestigiosos desprestigiadores de la lírica mayúscula. 

7.- En fin: que somos demasiados y pretendemos ser maestros antes que discípulos. El Parnaso se ha sustituido por el Vociferio; y los vociferantes apuestan por la caligrafía de lo estólido.

8.- Definitivamente, la poesía ya no es lo que era: palabras arrancadas al silencio y a la entraña del ser.