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viernes, 10 de julio de 2015

La muerte de Ex Libris

Purcell: Funerales

Algo propio se muere cuando muere una revista dedicada a la defensa de la Literatura. O del Arte. O de la Ciencia. O...
     Hoy es Ex Libris; ayer fue Empireuma; hace años, Algaria O... (por citar tres publicaciones lucentinas).
     Todas las obras del hombre son fragmentos de una gran construcción, inacabada siempre y siempre en continuo perfeccionamiento. Una carrera de relevos hacia un fin que no tiene final.
     Sin embargo, las autoridades protectoras de la cultura consideran culto solo aquello que es rentable para una mayoría cuyo cociente cultural no es minoritario y, por lo tanto, manipulable.
     Los directores visibles de Ex Libris, Luis Bagué y Joaquín Juan, ploraron jocosamente en las exequias, acompañados de muchos que habitaron sus páginas. 
     No sé si la frivolidad es buena medicina, aunque la risa siempre es terapéutica. Por una parte, valga aquí la afirmación de Tagoresi lloras porque no puedes ver el sol, tus lágrimas te impedirán ver las estrellas. Por otra, bastante seriedad han mostrado durante los 14 números editados; lo cual permite pensar que tienen energía para otras empresas. Y valga aquí, igualmente, aquello de -Miguel Hernández dixit- sonreír con la alegre tristeza del olivo, y lo más fecundo de que hay un rayo de sol en la lucha que siempre deja la sombra vencida. Es decir: que no importa perder una batalla si se prosigue el combate contra la derrota. 
     Aunque la muerte de la cultura sea una profecía ya cumplida hace mucho. 
     Así que (Espronceda:) que haya un cadáver más, ¿qué importa al mundo?
     Pero nos importa: le importa al individuo. A quienes hemos pretendido no dejar de ser individuos a pesar de la devoración de la muchedumbre y quienes la alimentan.