Me siento tan joven que hoy mismo, día de mi cumpleaños, movido por un impulso, le he cedido mi asiento en el Tram a un señor que, sin duda, tiene 10 ó 15 años menos que yo.
El hombre, sorprendido ante mi gesto, no sabía qué hacer y, finalmente, se ha sentado como si descansara una vejez que aún no posee.
De donde deduzco que no envejecemos tanto como nos envejecen las miradas y conciencias de los otros.
El hombre del tranvía ha reaccionado desde su edad mental, autodesahuciadora porque la sociedad lo es; yo he visto en él la juvenilidad que sigue ardiendo en mi interior y él nunca ha de tener.
Posdata:
El hombre del tranvía ha reaccionado desde su edad mental, autodesahuciadora porque la sociedad lo es; yo he visto en él la juvenilidad que sigue ardiendo en mi interior y él nunca ha de tener.
Posdata:
Sois todos tan generosos con tanta felicitación cumpleañeril que no puedo callarlo por más tiempo y debo confesaros ... que me quito años... En esta fotografía, por ejemplo, hecha hace tres meses, me disfracé de mí mismo con treinta años menos.