Cuando se es muy joven, cumplir años es un motivo de alegría: tal vez porque cada año cumplido nos aproxima a la vida. En cambio, llegada la madurez, cada cumpleaños parece acercarnos a la muerte.
Sin embargo, a mayor edad mayor sabiduría: incluso la de haber aprendido a perder en la batalla de la vida; porque nada podemos contra la muerte: solo sentirla como inexorable y, por ello, saber esperarla como lo que es. Bien lo resume un verso: "La muerte es solo el fin que hay en todo principio".