Orson Welles: Muerte de Desdémona
La confesión de Desdémona
Porque tanto he amado, puedes estar seguro
de que es a ti a quien ama mi corazón furioso,
pues conozco y distingo los enamoramientos
de la carne y el alma, y cuándo es pasajero
o perenne el fervor de dos cuerpos amándose.
No dudes más de mí; y para que comprendas
cuánto es mi amor, diré que cuando estoy sin ti
y la pasión me empuja a saciarme con otros,
tan solo lo consigo si imagino que eres
tú a quien abrazo y beso, tú a quien hago estallar
y derramarse dentro de mi cuévano airado.
Necias son las razones de tal fidelidad
-pensarán muchos necios-. Pero nadie me obliga
a amarte, y yo me obligo a que todos los cuerpos
tomen la forma exacta de tu cuerpo y tu espíritu,
forzando así las leyes de la Naturaleza.
No espero que me premies por ello, pues lo hago
porque no hay perversión como la castidad
y porque amarte en otros prueba mi amor constante:
¿O acaso no dirías que mi amor se ha extinguido
si porque no estás cerca ya no te deseara
y me atreviese a todo por ser uno contigo?