Rosa de espinas
(Libelos de Pushkin a Natalia)
No te amé yo para que un día fueras
nostalgia de mi cuerpo o de mi verso,
ni por la fuerza de mi amor compuse
himnos a la existencia
que hoy tienen rostro de elegías. Digo
con palabra serena que no fueron
mi pluma ni mi amor
los que se equivocaron. Fuiste tú
quien traicionó mi honor y tu conciencia.
Pero oye bien: cuando los dioses luchan
contra el hombre y le imponen un destino,
es el hombre el que tiene que luchar
y morir como un hombre,
pues sabe que no hay fatum vulnerable
ni amor que, desamado,
no odie a aquel que ama.
Sin embargo,
sin ser tú mi destino sí has impuesto
tu veleidosa voluntad. La mía,
pasado su dolor,
se fortalece ante las injusticias
de tu comportamiento; de manera
que aquí dejo tu nombre
para que tu memoria indigna sea