Klimt: Mujer con abanico
La
mujer rutilante
Envuelta
en alegría melancólica,
ríe
la dama tras el abanico.
Roja
es su dicha, ausente del instante
que
se irá y tal vez vuelva a fulgurar
desde
su corazón. Su rostro estalla
y
esparce luz alrededor, orea
la
estancia jubilosa, expande magia
primigenia,
como si despertase
de
un atávico sueño y arrastrara
el
júbilo que había en el origen,
cuando
todas las cosas eran nuevas
y
el mundo aún no era mundo,
sino
naturaleza frágil. Quién
pudiera
dulcemente
besar
esa alegría luminosa
y
borrar para siempre la acechanza
de
la melancolía.