Aquel extraño infierno compuesto del ensueño del amor y la imposibilidad de conseguirlo.
Aquel tiempo lejano en el que los enigmas de la existencia siempre iban a desembocar en un río de paz, un manantial de dicha, una entrada a un paraíso.
Aquel fuego capaz de quemar las tristezas y enarbolar canciones.
Aquel ansia de vida que sabía vencer la intrusión de la muerte.
Aquel innumerable y mágico destino que vencía, atropellando lágrimas internas, todas las sendas hacia los abismos.
Aquel incandescente luchador que arrojaba su sufrimiento al mar para que en él se ahogasen sus tormentas.
Aquel trovador límpido que refugió su desdicha en los libros, la música y los cuadros.
Aquel imberbe cálido que quería ser Lope de Vega o morir en el intento.
Aquel imberbe cálido que quería ser Lope de Vega o morir en el intento.
(Solo por ser pasado se convierten / en nostalgia las cosas).
¡Dónde estará aquel joven que fui, dónde estará!