Mozart: Requiem
Aceptemos que es el miedo el que crea monstruos y que, por ello, son más terribles en nuestra imaginación que en la realidad. No es la muerte un castigo, un preludio del infierno, un país de fantasmas; ni una liberación; es el fin que hay en todo principio. Y si lo admitimos así, se reduce a uno más de los, afortunadamente, pocos malos tragos que nos brinda la existencia. Consideremos también que, probablemente, la muerte, como el nacimiento, nos cogerá por sorpresa. Que tal vez la Naturaleza haya dispuesto para esos momentos tanta insensibilidad que ni la razón piense ni los sentidos sientan; y que la medicina ha avanzado tanto como para hacérnosla llevadera y conseguir que incluso la agonía apenas sea agonista.
Manrique escribió:
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera
es locura.
Y siguiendo el "trago" definitivo manriqueño, Hernández añade que
varios tragos es la vida
y un solo trago la muerte.
Manrique escribió:
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera
es locura.
Y siguiendo el "trago" definitivo manriqueño, Hernández añade que
varios tragos es la vida
y un solo trago la muerte.
Ojalá viviésemos en un mundo en el que no existieran la conciencia de la mortalidad, la necesidad de la eutanasia ni el impulso suicida. Pero, excepto los ciegos mentales, todos vemos que no es así. Por lo tanto, vivamos; y respetemos la presunción de inocencia de quien decide acabar con su vida como un acto de legítima defensa contra ese inocente, implacable e impune asesino en serie llamado Naturaleza.
Sobre el vivir
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