Visitas

Seguidores

miércoles, 19 de marzo de 2014

VI.- Ana Belén Rodríguez de la Robla: HETERODOXIA Y AGONÍA EN EL POETA ANTONIO GRACIA (VI)

VI.- CONFERENCIA: UN DESTRÓZATE MÁS UNA HEREJÍA»
HETERODOXIA Y AGONÍA EN EL POETA ANTONIO GRACIA (VI)

VI. Elogio de la luz y cierre
En el poema «Reconstrucción» leemos:

la luz
somos nosotros, la palabra
ya no es una metáfora

Más explícito, imposible. Once años después de Los ojos de la metáfora, los versos de Hacia la luz (título por demás ilustrativo) reniegan voluntaria y voluntariosamente de los afanes anteriores. «Sístole» lo deja también bastante claro:

Pero la vida es más que la palabra.
No es un libro este mundo.

        El porqué de este giro es evidente. En una peculiar autocita, que mencionábamos ya al comienzo de estas páginas, Angrac Ianto pone a la escritura en su sitio: «¡Cuánto siento no haber entendido mucho antes cuánta vida hay en la vida y cuánta muerte en la escritura! Pero es tarde». Antonio Gracia, su alter ego (¿o era al revés?), no se priva de explicarlo con detalle:
     «De niño yo quería […] forjarme un mundo en el que yo fuese como un dios. Después hube de aceptar que ni siquiera había conseguido ser un autor digno. Buscándome entre las palabras o con ellas me había alejado de la vida, que era, al fin, lo que anhelaba. Queriendo elevar un templo, había construido un mausoleo, un laberinto, y me había apresado en él como a un desaforado Minotauro. Destruirlo era destruirme; destruirme era tratar de construir sobre las ruinas. Y me encontré el silencio. Pasé de un infierno a otro» (7).
       Junto a Angrac Ianto, otras máscaras, como Oniria Liricovna o Eusebius Florestan, acompañan a Gracia en su ascenso de la sombra. Personajes todos ellos, sin embargo, vampíricos en parte de la sangre del pasado, personajes que a buen seguro no resistirían la luz directa…
      Ahora, varios libros después de la catástrofe y del silencio y de la luz, podemos preguntarnos si sigue Antonio Gracia en la senda del hereje. Quizá en este momento su poesía hiera menos -a él, a nosotros, al mundo. Quizá en este momento quepa hablar más de un heterodoxo -que lo es- que propiamente de un hereje. Aunque nunca nos abandona por completo lo que se ha sido con intensidad alguna vez.

Ana Belén Rodríguez de La Robla
Universidad de Cantabria (España).
Miembro de la Junta de Gobierno de la Sociedad de Investigación
Menéndez Pelayo (Santander).
----------
NOTAS
1 Prieto de Paula, L. A.: «Líneas esputos larvas tanzas claves fuego: en torno a la poesía de Antonio Gracia», en Gracia, A.: Fragmentos de Identidad. Alicante,
1993, págs. 6-18. Consideraciones similares pueden encontrarse en Prieto de Paula, L. A.: «Ruinas de identidad en la poesía de Antonio Gracia», en De manantial sereno.
Pre-Textos, 2004, págs. 237-256.
2 En la entrevista ya citada, Rodríguez de La Robla, Ana / Gracia, Antonio: «Quien escribe para su tiempo engendra palabras muertas», en El Diario Montañés, Cultura, 05-11-2002.
3 Hölderlin, F.: Sämtliche Werke. Frankfurt, 1961, pág. 950.
4Mann, T. (Mann, E., ed.): Briefe 1948-1955 und Nachlese. Frankfurt, 1965, pág.
226. Tomo la cita de Reich-Ranicki, M.: Siete precursores. Escritores del siglo XX. Barcelona, 2003, pág. 41.
5 Cláusula segunda de la citada Poética para una poesía sin poetas. 50 astillas para l’ataúd. (Obsesivaria).
6 A mi pregunta sobre la pervivencia de lo clásico en su poesía, responde Antonio Gracia: «Esencialmente, el hombre actual es el mismo que el de las cavernas, y las esencias humanas están recogidas por los clásicos. En ellos se condensa la humanidad. ¿Cómo no tenerlos presentes, si son nuestros orígenes y, en buena medida, nuestro futuro? Siempre estamos bañándonos ‘en el mismo río’ sin retorno porque ‘lo que es, lo es’ inexorablemente. La tecnología ha cambiado la sociedad, no al individuo. Vivimos en una Antigüedad tecnologizada. Seguimos siendo griegos y romanos. Yo soy un griego perdido en este siglo. Y encuentro más ruinas hoy que en la Antigüedad. Hemos hablado de introspección: la poesía -el arte- es una espeleología mental en busca de la autenticidad, no sólo de la sinceridad. En la caverna del cráneo siempre hay un ser grecolatino, un humanista, motrándonos caminos}. Vid. Rodríguez de La Robla, Ana/Gracia, Antonio: op. cit. (El Diario Montañés, 05-11-2002).