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martes, 4 de marzo de 2014

El abrazo dichoso

Schubert: Serenata

Habían decidido entregarse mutuamente cuanto satisficiese sus cuerpos y espíritus, abrazándose al amor y no a las instituciones. Estar juntos, ser juntos, seguir las reglas de la Naturaleza y no de la cultura del convencionalismo. 

Se regirían por el principio de que todos necesitamos compañía y que cuando dos se complementan en uno forman un solo ser mejor que el de cada uno inmerso en su soledad insatisfecha. Amarse, en fin, hasta que el desamor los separase. Ser dichosos con su reciprocidad amorosa y no temer la separación, si es que llegaba. Conocían el imprescindible contrato (lo habían leído AQUÍ) y, además, se amaban. Eso era lo importante. Porque quien construye un presente con todos sus esfuerzos no se preocupa de su porvenir, que siempre y únicamente es el día a día. 


Cuentan las leyendas que su unión fue más duradera y feliz que la de quienes se juran amor eterno sabiendo que todo en el universo es transitorio, puesto que no existe más que el cambio.

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El abrazo indomable

Monólogo del cisne (El abrazo imposible)

El abrazo entre plumas

El abrazo en el cuadro

El abrazo inasible

El abrazo iniciático

El abrazo sin plétora.

El abrazo dulcífago

El abrazo inedénico

El abrazo a la muerte.

Como si fuera mi Autobiografía (El abrazo final)

El abrazo interrupto

El abrazo cautivo

El abrazo inmortal

El abrazo caníbal

El abrazo coital

El abrazo placebo

El abrazo sin rostro

El abrazo perdido (Carpe diem).

El abrazo truncado

El abrazo suicida

El abrazo invasor

El abrazo de plástico

El abrazo no dado.

El abrazo dichoso

El abrazo a la vida