Schubert: Serenata
Habían decidido entregarse mutuamente cuanto satisficiese sus cuerpos y espíritus, abrazándose al amor y no a las instituciones. Estar juntos, ser juntos, seguir las reglas de la Naturaleza y no de la cultura del convencionalismo.
Se regirían por el principio de que todos necesitamos compañía y que cuando dos se complementan en uno forman un solo ser mejor que el de cada uno inmerso en su soledad insatisfecha. Amarse, en fin, hasta que el desamor los separase. Ser dichosos con su reciprocidad amorosa y no temer la separación, si es que llegaba. Conocían el imprescindible contrato (lo habían leído AQUÍ) y, además, se amaban. Eso era lo importante. Porque quien construye un presente con todos sus esfuerzos no se preocupa de su porvenir, que siempre y únicamente es el día a día.
Cuentan las leyendas que su unión fue más duradera y feliz que la de quienes se juran amor eterno sabiendo que todo en el universo es transitorio, puesto que no existe más que el cambio.
Se regirían por el principio de que todos necesitamos compañía y que cuando dos se complementan en uno forman un solo ser mejor que el de cada uno inmerso en su soledad insatisfecha. Amarse, en fin, hasta que el desamor los separase. Ser dichosos con su reciprocidad amorosa y no temer la separación, si es que llegaba. Conocían el imprescindible contrato (lo habían leído AQUÍ) y, además, se amaban. Eso era lo importante. Porque quien construye un presente con todos sus esfuerzos no se preocupa de su porvenir, que siempre y únicamente es el día a día.
Cuentan las leyendas que su unión fue más duradera y feliz que la de quienes se juran amor eterno sabiendo que todo en el universo es transitorio, puesto que no existe más que el cambio.
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