J. J. Rousseau: Las musas galantes
1.-
Durante siglos los hombres han buscado una manera de vivir en
sociedad que hiciese posible la noble convivencia para que la
igualdad venciese a la desigualdad y se estableciera la
justicia universal. Esas búsquedas han sido creadas siempre
desde el racionalismo porque la inteligencia es la facultad que
distingue al ser humano.
2.-
Han surgido, así, muchos y muy diferentes modos de entender la vida
y de regir el mundo, criterios pocas veces aceptados por todos porque
en el pensamiento el orden de los factores sí altera el producto y
cada uno ordena sus premisas mentales como cree conveniente,
deduciendo conclusiones muy distintas.
3.-
Pero si cada uno pensamos de un modo distinto y forjamos criterios y
conceptos diferentes, parece acertado concluir con este pensamiento
conclusivo: lo que separa a los hombres es su disconforme manera
de pensar.
4.-
Ahora bien: no existiría el pensamiento si no existiesen los
sentimientos, puesto que pensar es ordenar lo que sentimos.
5.-
Además: si por nuestra distinta manera de pensar construimos
diferentes pensamientos y por ello también distintos criterios,
filosofías o ideologías, no es menos cierto que todos nos guiamos,
aunque con diversa intensidad, por los mismos sentimientos: y que
ellos son los que nos hacen semejantes y nos unen.
6.-
¿Por lo tanto: ¿por qué no potenciar la sensibilidad en vez de
amordazarla en un mundo que considera la sentimentalidad una
debilidad y por ello pretende endurecernos mediante la indiferencia emocional que propugna la ley del más
fuerte?
7.-
¿Y cómo hacerlo, qué método seguir para aunar el sentimiento
reflexivo y el pensamiento sensitivo, de qué manera armoniosa
sensibilizar la razón y racionalizar el sentimiento? ¿Se referirían
a esto los versos de Unamuno: Piensa el sentimiento, / siente
el pensamiento? ¿Cómo conseguir llevar a la práctica la
afirmación de Cantero: El mundo cabe en un verso, / pero
¿quién sabe escribirlo?.
8.-
La respuesta no está en la ciencia, consecuencia del pensamiento y
admirable instrumento al servicio del hombre; tampoco en la fe... No.
9.-
El factor que humaniza y conduce, a través del tiempo, la esencia
del humanismo, por muy peregrino que parezca, es el que consigue
conjugar la pasión con la razón: el arte; y en el arte, el más
próximo y cercano: la literatura; y en ella, la poesía: que es la
filosofía que, liberada del silogismo, es la ideología del
corazón que predica que todos nos emocionamos ante las mismas cosas
y da fe de esa emoción equilibrando la palabra que logra contener,
domesticar, definir y transmitir los sentimientos.
10.- Por eso, al margen de méritos estrictamente artísticos o literarios, nada vale el poema que no nos ayuda a comprendernos mejor a nosotros mismos; nada vale el poema que no consigue hacer sentir al lector que también él es autor de lo que lee porque lo siente como propio; nada vale el poema que no logra mitigar la tristeza del triste; nada vale el poema que no desvela las tinieblas de la melancolía para desterrarlas. Nada vale el poema que no alumbra el corazón y la existencia... Nada vale el poeta que escribe para los poetas y no para los hombres. Nada vale el artista que no crea para el hombre que hay en el artista.
Elvira Pizano