Todos tenemos un espacio interior incompartible incluso por el ser más amado. Quien no respeta esa isla, por muy grande que sea, debe saber que está tejiendo su propia expulsión y su naufragio.
En la íntima isla solo habita el yo; y solo el yo puede invitar a quedarse o compartirse. Cuando cualquier otredad se le intenta imponer, desaparece.
En la íntima isla solo habita el yo; y solo el yo puede invitar a quedarse o compartirse. Cuando cualquier otredad se le intenta imponer, desaparece.