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jueves, 18 de julio de 2013

Dionisia García: Antonio Gracia. La muerte universal


La muerte universal. Cosmoagonías
Antonio Gracia
Huerga y Fierro, Madrid.
La obra del poeta que hoy comentamos despertó el interés de los lectores desde los comienzos. Sus versos atraen por la lucha que supone entrar en motivaciones que él propone y dispone, implicándonos en sus interrogantes, en cuanto a los contenidos, a través de un lenguaje rico y capaz, para expresar cuanto le apremia. Antonio Gracia universaliza su voz y consigue esa respuesta coral de quienes llegan a sus versos y en ellos se ven reflejados, dada nuestra condición humana, que nos unifica en las grandes verdades.
El libro de nuestro interés, La muerte universal (Cosmoagonías), invita a la reflexión, a tomar conciencia de nuestro paso fugaz por este mundo, sin asidero posible, hasta llegar a ese punto oscuro, final inexorable, el sinsentido que hemos de aceptar sin comprender ni nuestro existir ni ese ineludible final. En el primer apartado del libro, El universo, los poemas giran en torno a esa fatalidad del existir, expuesta y ratificada en el poema que da título al libro («Toda conciencia dura apenas nada. / La sustancia del cosmos es fungible, / igual que lo es la carne o el espíritu»). En medio de tanta desolación leemos sobre la supervivencia del arte, porque «toda ruina recuerda su esplendor», dice el poeta en un bello endecasílabo, cuyo contenido justificaría nuestro ser y estar en el universo como parte integrante de él, como cooperadores de esa condición salvífica y permanente que es el arte, guía y señal de las épocas.
Los hallazgos en este libro son abundantes. Es en el apartado El microcosmos donde el poeta finaliza así una de las composiciones: «El hombre es una errata en el libro del cosmos». La anécdota, con toda su negatividad, puede menos que las palabras, y lo mismo podemos decir del libro en su conjunto. El lenguaje es de celebración más que de muerte, desde una perspectiva estética.
En el apartado que cierra el libro, Las ruinas de la luz, la profundización se intensifica y el yo lírico revisa el tiempo ido, cuando la escritura era una consolación («… aquel que fui y aquel que quise ser: / la biografía para un hombre oscuro / buscador de la luz»). Un buscador fiel que difícilmente dejará de buscar. En “Epitafio sinóptico”, poema de este mismo apartado, «surge en el horizonte / el resplandor fugaz de un infinito / o el regreso final hacia la nada». En ese resplandor fugaz existe la duda como halo de esperanza, no la rendición, a pesar de la disyuntiva nihilista.
Hace más de tres décadas, comentábamos uno de los primeros libros del autor, Palimpsesto, donde ya estaba la traza inconfundible de Antonio Gracia. De aquel libro se comentaba: «El autor interroga e intenta obtener respuestas. Estas preguntas sin respuestas le llevan a mantenerse entre luces y sombras, vida y muerte». Digamos que estas palabras o aproximaciones tienen vigencia, porque el poeta evoluciona vitalmente, con él evoluciona su mirada, su apreciación del entorno y de él mismo, aun cuando en el fundamento haya pocas variables. La poesía de Gracia se ha enriquecido a través de su trayectoria. Su voz se torna más serena, sin perder el inquieto decir que nos recuerda, en algunos momentos, el Libro del desasosiego de Pessoa y su alusión en dicho libro a  «el sentimiento apocalíptico de la vida». También encontramos reminiscencias de Juan de la Cruz en uno de sus hermosos versos: «Y como el ciervo que huye y enzarza en la espesura…”, del poema “La predestinación”.
Este viaje interior comienza con La estatura del ansia (1975), con prólogo del catedrático de Literatura José Guillén, que apostaba ya entonces por nuestro escritor en su introducción al libro. En la misma dirección son de agradecer los textos de los estudiosos Prieto de Paula[1] y Luis Bagué[2], que tanto ayudan a clarificar el recorrido estético de un poeta que merece atención, por ser una voz verdadera de la poesía contemporánea.
                                                                           D.G.


[1] Ángel Luis Prieto de Paula es autor del prólogo del libro de Antonio Gracia Fragmentos de identidad (1968-1983) (Aguaclara, Alicante, 1993). Así mismo, en su libro De manantial sereno (Pre-Textos, Valencia, 2004) podemos leer el artículo titulado “Ruinas de identidad en la poesía de Antonio Gracia”.