La muerte universal. Cosmoagonías
Antonio Gracia
Huerga y Fierro, Madrid.
Antonio Gracia
Huerga y Fierro, Madrid.
La
obra del poeta que hoy comentamos despertó el interés de los lectores desde los
comienzos. Sus versos atraen por la lucha que supone entrar en motivaciones que
él propone y dispone, implicándonos en sus interrogantes, en cuanto a los
contenidos, a través de un lenguaje rico y capaz, para expresar cuanto le
apremia. Antonio Gracia universaliza su voz y consigue esa respuesta coral de
quienes llegan a sus versos y en ellos se ven reflejados, dada nuestra
condición humana, que nos unifica en las grandes verdades.
El
libro de nuestro interés, La muerte
universal (Cosmoagonías), invita a la reflexión, a tomar conciencia de
nuestro paso fugaz por este mundo, sin asidero posible, hasta llegar a ese
punto oscuro, final inexorable, el sinsentido que hemos de aceptar sin
comprender ni nuestro existir ni ese ineludible final. En el primer apartado
del libro, El universo, los poemas
giran en torno a esa fatalidad del existir, expuesta y ratificada en el poema que
da título al libro («Toda conciencia dura
apenas nada. / La sustancia del cosmos es fungible, / igual que lo es la carne
o el espíritu»). En medio de tanta desolación leemos sobre la supervivencia
del arte, porque «toda ruina recuerda su
esplendor», dice el poeta en un bello endecasílabo, cuyo contenido
justificaría nuestro ser y estar en el universo como parte integrante de él, como
cooperadores de esa condición salvífica y permanente que es el arte, guía y
señal de las épocas.
Los
hallazgos en este libro son abundantes. Es en el apartado El microcosmos donde el poeta finaliza así una de las
composiciones: «El hombre es una errata
en el libro del cosmos». La anécdota, con toda su negatividad, puede menos
que las palabras, y lo mismo podemos decir del libro en su conjunto. El
lenguaje es de celebración más que de muerte, desde una perspectiva estética.
En
el apartado que cierra el libro, Las
ruinas de la luz, la profundización se intensifica y el yo lírico revisa el
tiempo ido, cuando la escritura era una consolación («… aquel que fui y aquel que quise ser: / la biografía para un hombre
oscuro / buscador de la luz»). Un buscador fiel que difícilmente dejará de
buscar. En “Epitafio sinóptico”, poema de este mismo apartado, «surge en el horizonte / el resplandor fugaz
de un infinito / o el regreso final hacia la nada». En ese resplandor fugaz
existe la duda como halo de esperanza, no la rendición, a pesar de la
disyuntiva nihilista.
Hace
más de tres décadas, comentábamos uno de los primeros libros del autor, Palimpsesto, donde ya estaba la traza
inconfundible de Antonio Gracia. De aquel libro se comentaba: «El autor
interroga e intenta obtener respuestas. Estas preguntas sin respuestas le
llevan a mantenerse entre luces y sombras, vida y muerte». Digamos que estas
palabras o aproximaciones tienen vigencia, porque el poeta evoluciona
vitalmente, con él evoluciona su mirada, su apreciación del entorno y de él
mismo, aun cuando en el fundamento haya pocas variables. La poesía de Gracia se
ha enriquecido a través de su trayectoria. Su voz se torna más serena, sin
perder el inquieto decir que nos recuerda, en algunos momentos, el Libro del desasosiego de Pessoa y su
alusión en dicho libro a «el sentimiento
apocalíptico de la vida». También encontramos reminiscencias de Juan de la Cruz
en uno de sus hermosos versos: «Y como el
ciervo que huye y enzarza en la espesura…”, del poema “La predestinación”.
Este
viaje interior comienza con La estatura
del ansia (1975), con prólogo del catedrático de Literatura José Guillén,
que apostaba ya entonces por nuestro escritor en su introducción al libro. En la
misma dirección son de agradecer los textos de los estudiosos Prieto de Paula[1]
y Luis Bagué[2], que
tanto ayudan a clarificar el recorrido estético de un poeta que merece atención,
por ser una voz verdadera de la poesía contemporánea.
D.G.
[1] Ángel
Luis Prieto de Paula es autor del prólogo del libro de Antonio Gracia Fragmentos de identidad (1968-1983) (Aguaclara, Alicante, 1993).
Así mismo, en su libro De manantial
sereno (Pre-Textos, Valencia, 2004) podemos leer el artículo titulado
“Ruinas de identidad en la poesía de Antonio Gracia”.
[2] Luis
Bagué Quílez firma la introducción al libro de Antonio Gracia Fragmentos de inmensidad. Poesía 1998-2004 (Devenir/Juan Pastor
Editor, Madrid, 2009).
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Sobre el autor
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