Beethoven: Marcha turca
Retazos de impunidad
Angrac
Ianto publicó una carta que dedicó -¡aún resuena el revuelo!- al Fiscal, al
Director de la Academia y al propio Presidente de la Nación. Copio un fragmento:
“Maté al amante de mi mujer hace unos
años -en un acto de honor- y luego a mi mujer -para quedarme con sus millones-;
fui al Juzgado nº 12.322 y lo confesé todo: como en las altas esferas hay
muchos asesinos encumbrados, sabía que me comprenderían: si un día yo era
elegido, por ejemplo, presidente del País, los medios de comunicación se
obstinarían en empañar mi imagen con esas menudencias y otros antecedentes que
en realidad solamente afirmaban mi capacidad de comprensión y manipulación de
la sociedad: así que me aconsejaron que ocultase mi crimen: porque en la cárcel no se hace fortuna y un
hombre tan decidido como yo, y de tan buenas prendas, no podía desestimar la
carrera política. Y aquí estoy (creo que condenaron a un ingenuo inocente que
solo prometía ser buena persona), más honrado que Lincoln y más firme que
Hitler. Y mejor presidente que los dos”.