Wesendonck Lieder, 1
Todos los días
me propongo huir
de este bosque
de piedra y mecanismos
que me hacen
desdichada.
Ven conmigo a la
selva y a los montes,
a la azucena, al
pájaro y la ardilla.
Desnúdate
conmigo, entra en el río;
librémonos del
mandamiento. Arroja
tu espíritu
carnal sobre este prado
que cobija la
sombra de los árboles
aquí, donde
estoy yo
rodeada de
hierbas aromadas,
manzanas y
limones.
Cava en mi
corazón hasta encontrar
la semilla del
cosmos
y brotará la
dicha en nuestros brazos
como un surtidor
mágico que aguarda
surgir de las
estrellas y los túneles
del centro de la
tierra,
de nuestros
propios cuerpos y sus ansias.
Cuando se
abrazan nuestros corazones
es a la
primavera a la que abrazo,
y parece que
somos el origen
de cuanto
existe.
No lo dudes ya
más: trae las músicas,
los trigos y la
miel,
y olvidemos la
obtusa geometría