Suele considerarse al poeta -al artista- como a un ser oculto
en su torre de marfil. Lejos de esa imagen ególatra, me parece el poeta -el autor- la criatura más solidaria; y que su solidaridad nace de su egocéntrica
soledad, de su ensimismamiento, de su introspección necesitada de la huida del
mundanal bullicio. Porque en ese retiro crea su obra, reflejo de sí mismo y de
cuanto de común tiene con el hombre.
¿Quién da mayor
aliento que aquel que, con su palabra, reconforta a cuantos lo
leen, no solo en un instante sino a través de los siglos? Por tanto, la
escritura es la absoluta solidaridad. Y por eso creo cierto que en algún lugar
de un libro hay una frase esperándonos para darle un sentido a la existencia.