Lleva seis décadas viviendo y alguien se lo recuerda para que deje de vivir algunos fragmentos de su vida que ha vivido siempre con pasión y ternura:
- La edad no la rige solamente el cuerpo, y mi mente continúa más joven que la tuya.
- No puedes ir por ahí como si tuvieras 30 años.
- Esa receta servirá para ti, que a los cuarenta te comportas como una momia bicentenaria. Mientras mi corazón siga cantando y mi carne reclamando otra carne continuaré estallando cada día.
- Y seguirán riéndose de ti.
- De la alegría de vivir y el gozo de sentir la existencia solo se ríen quienes no la han vivido como la carne manda y se han sepultado en una jubilación de los deseos.
- Nunca cambiarás...
- Ahora es cuando puedo aprovechar cuanto he aprendido a lo largo de mi vida: la sensibilización de la inteligencia, la sensatez de la templanza, la clara perspectiva. ¿Tirarías tú en el camino los lingotes de oro y de experiencia que has ido acumulando? Nunca he sentido con tanta claridad, ni amado con tanta claridad, ni deseado vivir con tanta claridad, nunca he visto la luz con tan escasas sombras... Ese legado íntimo no puedo transmitírselo a nadie... La muerte es un ladrón inexorable y solamente él me robará mi vida...