Holst: Los planetas (Venus)
Hoy he estado mirando tus grandes ojos fijos.
Luminosos y oscuros, la noche anida en ellos.
Me he asomado a tus ojos y he visto su ascua líquida:
como
un río adentrándose en la estancia secreta,
allí donde lo ignoto crea y forja
el misterio.
Una lágrima -he dicho-, una lágrima fluye
hacia la
identidad del origen del Todo.
Y he seguido esa lágrima, fulgor o íntimo río
como si me llamase el origen del cosmos:
como si me llamase el origen del cosmos:
y he visto
los océanos nacer, y las montañas
alzarse como cúpulas, los cielos expandirse
mostrando el firmamento recamado de estrellas,
y otros soles puliendo sus
diamantes de fuego
para aunarse en galaxias, y el vértigo creciendo
en un flujo
expansivo, interminable y mágico.
Todo se prolongaba, laberinto insaciable
en un círculo errante de la esencia a la esencia,
hasta hallar la armoniosa magnitud de lo prístino.
en un círculo errante de la esencia a la esencia,
hasta hallar la armoniosa magnitud de lo prístino.
Y cuando parecía que el sortilegio iba
a detenerse, he visto que el infinito abría
su puerta
inexpugnable y me dejaba ver