¿Por
qué no funciona un sistema de justicia siendo tan sencillo aplicarlo? Consiste simplemente en esto: a quien no respeta la ley se le sanciona. Pero cuando las circunstancias atenuantes o eximentes son mayores que las sanciones empieza el estado de corrupción:
la permisividad. ¿Por qué avisar de que al próximo salto de semáforo se quita
el carné, si el conductor sabe que no debe saltárselo? ¿Habrá que decirle al que comete su primer asesinato que irá a la cárcel si comete otro? ¿Sabiendo esto, acaso quien delinque no
está pidiendo que lo encierren? ¿Por qué se le niega ese derecho? ¿O es que la
sociedad es tan carcelaria como la cárcel y basta con dejar en la calle al
delincuente?
Así es como crece la pirámide corrupta: ladrones
encumbrados en la riqueza o abismados en la total pobreza, ministros sabihondos
constructores de ruinas educativas antes que de edificios educadores,
economistas y dignatarios de la salud que pretenden trasplantar dinero en vez
de corazones... Lo peor de estas cosas -en expresión de J. Cantero- "solo
legítimamente justas" es que la razón de la justicia se ve asfixiada por
la razón de la realidad: y al ciudadano no le queda sino sucumbir ante la
impotencia: que nada se puede contra el poder ni contra la impunidad del
poderoso.