Rachmaniniv / Kissin: Minutos iniciales
Durante mucho tiempo fui para todos, al parecer, un personaje insensible. En verdad, yo mismo había empezado mis 20 años temiendo escuchar dos partituras -que eran lo único en mi vida que me hacía sentir que no era una piedra- por miedo a que, acostumbrándome a escucharlas, me convirtiese en cualquier materia inerte.
Fue uno de los legados que me dejaron mi estancia en Salamanca y el catasterismo de Oniria: el sufrimiento, consecuencia del sentimiento sajado, también insensibiliza, tal vez como defensa para otros probables sufrimientos -pero, por lo mismo, para cualquier posible afecto-.
Esas dos músicas eran el segundo Concierto para piano de Rachmaninov y la Pavana de Ravel. Cuando el dolor se asocia a un elemento se convierte en emblema del íntimo seísmo.
El Concierto es un milagro de sensibilidad, aunque su estética chaikoskiana fuese decadente. Además, tenía para mí el "atractivo" de haber sido compuesto por su autor tras haber vencido una depresiva "locura". Los obsesivos acordes iniciales y su tema recurrente acompañaban la melancolía y su catarsis.
No solo por su "romanticismo" es una de las obras más interpretadas en las salas de conciertos.
Rachmaninov / S. Richter: minutos iniciales
Rachmaninov interpreta su C. nº 2 (Grabación histórica, 1929)