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jueves, 24 de octubre de 2013

La prédica de Oniria

Clara Wieck: Nocturno

Predicaba Oniria en el desierto, que es el público que mejor sabe escuchar y aplaudir a través de los siglos. El eco murmulloso editaba en las paredes del viento su melodiosa voz sencilla y pura: 

Mi escritura se alimenta de mi vida: por eso ambas son tan frágiles.
Algún perverso endriago me hizo sentir desahuciada y remití mi existencia a lo que salvase mi escritura. Muchas veces confesé que cuando no necesitase escribir sería la demostración de que mi vida había vencido sus fantasmas. Por eso antes me aterraba la afasia. Ahora me alegra no tener qué decir. 
Creo que ya no soy un castillo habitado por monstruos solamente. Tal vez, por fin, puedo afirmar que las palabras ya no son mi espejo. 

Y el verbo se calló